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La tolerancia como único paradigma



En busca de un camino hacia la tolerancia

El fenómeno ocurrido frente al congreso el pasado viernes no es mas que la confirmación de la subestimacion a la tolerancia del pueblo. El resultado de llevar al limite el nivel de tolerancia de la gente, que tiene y mucha, pero que con esto, ya feneció. Aquí no existió tolerancia, pero por parte del gobierno ante las exigencias del pueblo, en una reunion informal, sin pensar en lo que estabamos dispuestos a aceptar o rechazar, 25 personas se constituyeron como soberanos de la voz de todo un pais, sin consideraciones. Esta misma falta de tolerancia ante los miedos, la indignacion y el rechazo a la manipulacion con intereses ocultos de la Carta Magna de un pais, fue la misma intolerancia que se devolvio en ira y vandalismo ante la sede del congreso. 
Actualmente asistimos a una verdadera crisis de tolerancia reflejada en una serie de tensiones en diferentes esferas de interacción social. Partiendo por la violencia, que se ha instalado en las células sociales mas primarias; la violencia o indiferencia intrafamiliar, el bullying, la discriminación y en esferas mas influyentes, la corrupcion, la injusticia social. Desde lo global, donde los paradigmas que nos gobiernan como la religión, la economía, la ciencia y la política, están, más que nunca, en el estrado de los cuestionamientos que amenazan su consistencia por las graves divergencias que producen en los sujetos a los que intentan administrar. Esta crisis de intolerancia difuminada en todos los rincones del mundo, nos obliga a pensar en sus origenes y posibles soluciones. Mientras en nuestro país se viola la Carta Magna en reuniones express, sin que exista una claridad o consenso social comprensible para tales efectos y "emergencia" varios manifestantes se agolpan para gritar ahogados en la angustia e incertidumbre para que las cosas se hagan con transparencia y veracidad, ni siquiera (solamente) cuestionando el motivo de base que seria la enmienda para habilitar la reelección, en un país que acaba de acceder a la democracia la cual aun no ha sido alcanzada, con los miedos que conlleva que alguien se apodere del espacio que en otrora se instaló a través del miedo y la tiranía, sino (también) denunciando y protestando por la evasion grosera de los formalismos en los que se debería de haber realizado algo de magnitud solemne como lo es manipular las leyes de un pais soberano, lo cual no puede tener otra lectura que la del sinónimo de violacion a la Constitución y las leyes y como tal, por ende al pueblo, el cual esta en su derecho de defenderse, hasta incinerar física y simbólicamente el lugar de los hechos y sus derivaciones nefastas; violencia de paraguayos contra paraguayos y una muerte. Como decía una de las tantas imágenes viralizadas en estos días, "la tristeza de ver gente pobre con uniforme, golpeando a gente pobre con hambre (y le añadiría indignación), para beneficiar a gente rica sin uniforme y sin hambre" y le agregaría sin dignidad. 

El verdadero cambio, tiene que ver con nuevos modos de relacionamientos e inventivas de convivencia hacia una evolución que apunten a la paz y a la sustentabilidad humana que nada tienen que ver con armas ni explosiones, con imposición o violacion de leyes. En esta toma de conciencia necesitamos de una reflexión profunda sobre los esquemas (paradigmas) con los cuales nos manejamos, con los cuales miramos pero no vemos. Si seguimos creyendo que los grupos fundamentalistas, "la oposición" la pobreza, la corrupción y la injusticia son los únicos responsables de estos problemas, difícilmente podamos contribuir al bienestar de nuestro entorno, porque para empezar a caminar hacia la evolución espiritual, primero tenemos que empezar por eliminar nuestro propio grado de violencia para llegar a una verdadera reconciliación personal para luego poder proyectarla hacia los demás. Pero, ¿Cómo reconciliarnos con los aspectos más recónditos de nuestro corazón? Quizás si podemos protegerlo del infarto moral al que se expone, lograremos recuperar su esencia, la del amor y la tolerancia.

Evolucionar como humanos consiste en identificar qué se opone a ello, empezando por poner en práctica el ejercicio del respeto. Si pretendemos crecer como especie, primero tenemos que identificar aquello que individualmente nos atrasa, que nos aniquila espiritualmente y que podría extinguirnos para siempre y eso claramente es la falta de tolerancia. La intolerancia no tiene que ver con un atraso evolutivo a nivel tecnológico, industrial o de infraestructura económica o material (porque en esas esferas podemos decir que hemos “evolucionado” o por lo menos tenemos herramientas para solucionar sus falencias) sino que, esta falta de tolerancia habla de lo mutilados que estamos como entes formados por espíritu y cuerpo (y no al revés). Hemos subestimado tanto la única evolución que nos permitirá continuar como especie, la de una construcción, evolución e instalación de un sistema de tolerancia universal que vaya más allá de las diferencias religiosas, intereses políticos y sometimientos ideológicos que, hasta ahora, son las únicas culpables de los atentados y la violencia contra la dignidad de la gente y su deseo de justicia y transparencia. 

Los paradigmas son modelos que se instalan en una sociedad como el resultado de los usos y las costumbres de las creencias establecidas, de aquellas verdades a medias que se convierten en ley, hasta que son reemplazados por otros paradigmas. Cuando las instituciones políticas, religiosas y científicas dan por sentado un paradigma, éste se establece como una verdad absoluta y las demás opciones no corren, se subestiman o se desestiman (como los actos de vandalismo que siguieron y mancharon a la manifestación ocurrida frente al congreso en contra de la enmienda, una manifestación pacífica, dentro de los derechos, la que estaba guiada por los verdaderos patriotas representantes del pueblo, pero luego violentada por impresentables sociales y marginales que convirtieron la manifestación en rapiña, vandalismo y violencia, desestimando de esa forma la voz del pueblo que exigía cuanto menos una explicación. Pero la desestimación y la calumnia, utilizados por el paradigma de turno, a la vez, determina la subjetividad del público que observa a través de todos los medios de comunicación posibles (y parcializados) y esta exposición de la realidad que ya se viraliza desvirtuada, no nos permite ser objetivos sobre los fenómenos que se suceden en nuestro entorno, sino que, todo se encuentra contaminado por el paradigma del momento. Así, por ejemplo, el paradigma de la esclavitud era un consenso social con fuerza de ley, del cual todos formaban parte. Así, no solamente nos encontramos alienados, controlados y definidos por estas ideas que nos delimitan, sino que, las aceptamos como verdades inalienables, permitiendo que estos paradigmas definan lo que es nuestra realidad y que descalifiquen a todas las demás posibilidades dejándonos con muy pocas opciones para elegir como pensar y con qué valores actuar.

Existen cuatro paradigmas que nos gobiernan. A nivel macrosocial son: La Ciencia, La Religión, La Política y La Economía. A nivel personal, son “No se, no debo, no puedo y no tengo”. Estas cuatro “leyes” configuraron la realidad del ser humano, convenciéndolo de que su verdad y sus convicciones deben ajustarse a ellas. Es decir, “nuestra verdad es externa y no nos pertenece”, de esta manera, asentimos sin cuestionar nada, y nos adaptamos y sometemos a estas reglas, olvidándonos de quienes somos. Este paradigma de “ser o no ser” quienes deseamos ser, se traduce en un desconocimiento y desconfianza en la sabiduría personal, en la intuición que se convierte en nuestra subjetividad, inclinándonos a verdades externas y dejándonos ignorantes, impotentes. Así, por ejemplo, si nos enfermamos, buscamos en “La Ciencia” nuestra verdad, mi paradigma como sujeto es que “yo no se” sobre mi cuerpo, lo sabe el doctor...no se sobre mi naturaleza, sobre mi salud y confío y me entrego plenamente al saber científico, aquel que tiene un titulo que lo “habilita” y no nos permitimos confiar en otro tipo de medicina que nos permita, por lo menos para probar “en beneficio de la duda” sobre alguna cura diferente a la propuesta por este paradigma, que, además, no siempre tiene la ultima palabra y a cada tanto se contradice a sí misma, cambiando tratamientos, medicinas y vacunas obsoletas y ni hablar de la mala praxis. Otro ejemplo, si “La Religión” es la que sabe como regular mi comportamiento, entonces “yo no debo”. No debo desear, no debo cuestionar, no debo dudar, y nos olvidamos del terrorismo, la pedofilia y las barbaries cometidas por éstas. En otro aspecto, si “La Política” es la que me dice como gobernarme y controlarme, entonces mi paradigma es “yo no puedo” (no puedo hablar, no puedo exigir mis derechos, no puedo denunciar, no puedo defender mi país) mientras la corrupción está instalada en su software primario e intoxica todas las redes conectadas a ella, haciendonos dudar quien es el bueno y el malo de la pelicula, confundiendo que y como defender la patria. Y en cuanto a la Economía, que me dice como ganar y gastar mi dinero y me convence que siempre necesito más y más, entonces mi paradigma es “yo no tengo” y esto solamente ha creado un vacío existencial que nos insta a gastar más de lo que tenemos. Entonces, además de estar atravesados por estos paradigmas inconsistentes y en gran parte, perversos e interesados en sus propios beneficios, nos estamos entregando a ellos, sin cuestionamientos, mientras nos atrasan, alienan y arrebatan el poder que cada persona tiene para gobernarse a sí misma y optar por la esencia humana que no es la competencia sino la solidaridad y el cooperativismo.

Aparentemente en este intento y pretensión humana de establecer una sociedad basada en estrategias de control de todo tipo, organizada por hombres sin valores ni consideraciones humanas, se han creado realidades sin límites, que han dado como resultado el propio quiebre de sus paradigmas. En la ciencia; hospitales abarrotados de enfermos. A nivel espiritual; un fanatismo que se homologa con la psicosis. En lo económico; ciudades llenas de entes deshumanizados y convertidos en perfectos robots de consumo. En la política; representantes cada vez menos representativos de lo que debería ser un político; desde Obispos, empresarios, actores de cine, desprestigiando con su inconsistencia y grupo dominador el verdadero significado de la clase politica, actuando como marionetas de turno en un puesto al que no se deberia llegar por instigacion ni dinero, sino que debe ser un lugar que ocupar para guiar a un pais hacia la evolucion en todo sentido. Este contundente fracaso, solo nos puede obligar a reflexionar en la única verdad que todavía no somos capaces de aceptar, que somos criaturas vulnerables y no dioses y que si existe un Dios es él quien ha creado todo y no somos nosotros quien lo creamos, que solamente a partir de esta aceptación y humildad, podemos cambiar nuestro entorno y elevar a la tolerancia como único paradigma y bandera hacia toda la humanidad.

Podemos empezar por reconocer y registrar que estos esquemas contaminados de prejuicios y de ideas arbitrarias, se encuentran en nosotros mismos y que en mayor o menor medida codifican nuestra realidad, donde la injusticia, la discriminación, la corrupción y la violencia no son más que el rostro oculto de nuestras almas. Encontrar un nuevo modelo que nos lleve a conquistar el propósito humano de la felicidad, podría ser el salvataje que nos permita cambiar los paradigmas existenciales que hoy día nos producen toda esta serie de síndromes postmodernos como; el pánico, la depresión, la paranoia, el estado bipolar y la violencia, patologías acordes al espejo del mundo. Pero, primero tenemos que definir qué es felicidad, ya que ésta puede variar de acuerdo a las circunstancias personales y sociales, culturales e históricas, y ni hablar de los paradigmas que nos dicen que la felicidad es ser más que el otro y tener más de lo que necesito, ambicionando el poder a costa de todos los demas, pisoteando la palabra, las ideas y los valores de la humanidad. 

Lo único cierto, es que la felicidad espiritual tendría que ser la única ambición humana. Un estado de tranquilidad y convivencia basada en una tolerancia que nos permita convivir con calidad puramente humana en las relaciones que mantenemos con nuestros semejantes. Yo puedo, yo debo, yo se y yo tengo, son las cuatro afirmaciones con las cuales empezar a cambiar nuestros paradigmas que nos impiden "SER" que está esperando ansioso que miremos a todas las opciones infinitas que disponemos para salir de aquellos supuestos problemas que no nos permiten encontrar la verdad, a nosotros mismos y así finalmente convivir en PAZ... Y estamos a tiempo y en tiempo de analizar estas "verdades" que hemos hipotecado en pos de sostener paradigmas que nos hacen sentir seguros, pero que no son mas que la misma amenaza que nos desestabiliza y confunde. 

Lic. Gabriela Casco Bachem

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