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Mundo materialista, niños infelices


Cuando uno está dominado por el lujo, la privación de lo superfluo le es casi tan sensible como la falta de lo necesario” Joseph Sanial-Dubay

Si observamos de forma neutral y dimensionamos la cantidad de juguetes que compramos a nuestros hijos, necesariamente surge una pregunta ¿qué hay detrás de toda esta saturación de estímulos materiales que ofrecemos a los niños? Algo ha de existir en todo este exceso que actualmente inunda los hogares donde habitan niños. Es cierto que la cantidad de oferta actual es tan atractiva, que escapar es casi imposible, pero probablementeesta oferta, responda a una demanda que tiene que ver con la forma en que nos organizamos como sociedad alrededor de las necesidades de los niños y sobre lo que creemos que les hace felices hoy día (en función a nuestras necesidades, nivel de tolerancia e individualismo). Quizás la cantidad de juguetes sea directamente proporcional a la baja tolerancia que tenemos hacia ellos. Quizás sea una forma de compensar la falta de tiempo de calidad. Quizás sea una forma de demostrar cuanto los queremos, no solo a ellos sino a los demás. Pero si les damos cosas para acallar sus demandas, probablemente lo que compramos cuando les compramos cosas, (por lo menos tantas cosases el tiempo en donde podemos sin culpa hacer nuestros trabajos, responder a los amigos, a las actividades a las que nos debemos o al celular. Pero, esto no solo esconde un problema, sino dos. Por un lado, dejamos de vincularnos con nuestros hijos y esa privación no solo les perjudica a ellos, por que el primer lugar donde el niño aprende a vincularse con los demás, a escuchar y ser escuchado, a amar y ser amado, a ser solidario, a frustrarse, a perdonar, es en el hogar, en la familia y si no lo practica con nosotros, también pierden los demás, ya que un niño que no ejercita el relacionamiento, tiende a ser hostil o prepotente con los demás. Por otro lado, les estamos enseñando que la felicidad sí se puede comprar, solo que es efímera y que por ende siempre necesita más para estimularse, a diferencia de la felicidad que podemos desarrollar a través de logros y vínculos personales. Comprar la felicidad seria como comprar una copa que se debe ganar con esfuerzo y disciplina. Analizamos las consecuencias del materialismo en los niños y la importancia de desarrollar una crianza basada en el apego emocional y no en el material.

En un estudio Holandés publicado por la revista Pediatrics se llegó a la conclusión de que “los niños menos satisfechos con sus vidas, se vuelven más materialistas en la medida que crecen”El estudio, realizado a 466 niños de entre 8 y 11 años, investigó el grado de felicidad en los niños. Las preguntas que les realizaron para valorar el nivel de felicidad en sus vidas tenían que ver con la satisfacción con sus padres y amigos. Para poder identificar la importancia hacia el materialismo, se valoró la imagen que tenían de sus amigos en función a lo que poseen; marca de ropa, dinero, etc. También se analizó la frecuencia con la que miraban algunos programas de televisión, llenos de publicidad. La conclusión de los investigadores fue que la publicidad a las que están expuestos los niños, les enseña, que los niños que tienen mas posesiones son felices y exitosos. Pero solo los niños que reportaron menos satisfacción en sus vidas, fueron los más susceptibles a los efectos de la publicidad. No es un caso de niños insatisfechos mirando más televisión, los niños infelices no están más expuestos a la publicidad que los niños felices. Ellos simplemente parecen ser más susceptibles a sus efectos aclara una de las principales autoras del estudio, la investigadora Magister Suzanna J. Opree. Entonces, los niños menos felices expuestos a los anuncios publicitarios, se vuelven más materialistas. 

Las conclusiones señalan que los padres debemos ayudar a nuestros hijos a enfocarse en otras fuentes de felicidad, como el amor, la amistad, el juego y enseñar a restar importancia a las posesiones. “La clave es hacerlo muy pronto, cuando los niños son flexibles y están abiertos a actividades, experiencias y pasatiempos nuevos” apuntó la psicóloga infantil Marta Flaum. “Para cuando el niño tiene 8 o 10 años, quizás sea demasiado tarde pretender que de pronto deseen apagar la tele, levantarse del sofá y comenzar a jugar tenis” El momento de abordarlo es cuando son niños pequeños, por ejemplo crearles el hábito de ayudar, de contribuir en el hogar” aconsejó Flaum. “A los niños pequeños les encanta ayudar, no saben que es trabajo. Para ellos, en ese momento, es simplemente una oportunidad de pasar tiempo con los padres, cuando los niños tienen el privilegio y la experiencia de trabajar para ganar algo, esto fomenta un sentido de confianza en sí mismos y de maestría”. Intervenir pronto podría prevenir un ciclo de infelicidad y materialismo en la niñez, concluyó Opree, autora del estudio. Además de fomentar el apego emocional versus el material.

El consumismo se aprende en la temprana infancia. Todos los padres sabemos lo perjudicial que puede ser darles todo a los hijos, ser esclavos invisibles de la publicidad. Pero por supuesto que el riesgo no esta en el juguete en si mismo, ni en la marca de ropa que prefieran, sino en crear seres egocéntricos, seres que crean que todas sus necesidades deban ser satisfechas en el momento y de la manera que ellos quieren, porque el patrón consumista así les adiestra. Y esto sucede en todo tipo de familias, de todas las clases sociales. Así, los ideales que tenemos los padres sobre como queremos criar a nuestros hijos, se ven debilitados por la arrasadora sociedad de consumo que les ofrece juguetes bélicos a hijos de padres que anhelamos la paz mundial. Con este patrón consumista no solamente los juguetes operan con esta lógica utilitaria y desechable, sino que como un virus, contamina hasta los sentimientos mas sublimes. Los afectos, los vínculos, las amistades y los valores, también son desechables como artículos de consumo que pueden negociarse a determinado precio, que cuando dejan de producir la emoción inicial, se tiran. 

La mejor forma de evitar o por lo menos controlar estas actitudes en los niños es conversando con ellos. Es necesario escuchar que hay más allá del pedido ¿Se estará sintiendo excluido de sus compañeros? ¿Esta buscando algo que aumente su estatus social? El patrón consumista evidencia una autoestima tan débil como dependiente de las cosas que desea obtener. Así, el niño se siente más valioso, más exitoso cuando tiene algo que socialmente esta de moda, pero el precio que paga, es seguir desconectado de sus virtudes y talentos para hacerse ver, ya que muchas veces el juguete o la marca de ropa, no le consigue nuevos amigos. Muchas veces mas que el juguete en si, lo que quiere el niño es hacerse ver, jugar con sus amigos, o la atención de los adultos, pero justamente la utilidad que representan los juguetes para los niños, son diferentes para los adultos. Mientras que los chicos buscan que estos les permitan ser los chicos divertidos y llenos de amigos o con padres sonrientes de las publicidades a las que están expuestos, los padres les compramos los juguetes con la esperanza de que jueguen un rato solos. Pero luchar contra la publicidad no es la solución, ya que los niños no tienen las herramientas cognitivas ni emocionales para comprender lo irreal de las expectativas que se les están creando, pero por ese mismo motivo, es importante recalcar en la familia cuales son los valores que promulgan, qué es lo que nos importa como núcleo, cuales son las actitudes ante la vida, los amigos, los objetos y el valor de las personas y los sentimientos. 

La tarea de los padres de esta época es mucho mas compleja porque requiere mucha creatividad para fijar normas y limites, empezando por nosotros mismos. Pero así también, tenemos la oportunidad de crear lazos más estrechos. Podemos analizar juntos, viendo la televisión en familia, de que manera la publicidad o el juguete novedoso ilusiona falsamente. Este es un ejercicio que puede ayudarlos a desarrollar criterios relacionados con el consumismo, para ir proyectando una conciencia personal sobre lo que necesita y lo que solo creen que necesitan, ya que no podemos blindarlos ante el bombardeo publicitario al que están expuestos las 24 horas. Con estos ejercicios, podemos fortalecer su juicio, si confiamos en su capacidad de comprender, les estamos dando la oportunidad de salir del lugar pasivo y alienante, conectarse con los valores humanos, esos que no se negocian y que nos dan satisfacciones reales mas allá de las falsas necesidades.

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