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Semana Santa; tiempo de resucitar la conciencia



La relación entre criterio y crecimiento espiritual

Despertar la conciencia o nacer en el espíritu son argumentos que podemos encontrar en diferentes culturas, religiones y filosofías de vida. La alusión a un segundo nacimiento; el de espíritu, tiene una interpretación muy personal y va a depender de las creencias de cada uno, pero lo que sí concierne a todos por igual, independientemente a las convicciones, es que de nada sirve cuidar el cuerpo, si la mente, el espíritu y el corazón están abandonados, nutridos solo con información y no con sabiduría. En la Biblia podemos encontrar pasajes que hablan de este segundo nacimiento, por ejemplo, en donde Nicodemo pregunta a Jesús; “¿Cómo puede uno nacer siendo ya viejo? ¿Puede acaso entrar otra vez en el seno de su madre y nacer?” a lo que Jesús responde “En verdad te digo: el que no nazca de agua (el agua representa la sabiduría en la cultura Oriental, para nosotros el bautismo, iniciación) y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios” es decir, que en este segundo nacimiento, debe existir una predisposición a ser “engendrados” por Dios; “fecundados” por la verdad, por la sabiduría, por el Espíritu Santo o aquello a lo que uno considere que va a fortalecer su espíritu. Me llamo la atención ver en la película "La Cabaña" una escena en donde el protagonista se encuentra con lo que representa la sabiduría, es una cascada de agua, cuando el hace una introyección de aquello que debe entender para poder liberarse de su dolor, se dirije a la cascada para ser bañado enteramente por ella, con una intención de ser empapado por esta sabiduría y dejar de lado la ignorancia y por ende, el sufrimiento. 

Pero en un mundo que promueve el fortalecimiento del narcisismo, de la competencia y las apariencias, el espíritu queda olvidado, abortado, incapaz de nacer por sí mismo, porque el espíritu, necesita del cuerpo como vehículo para su crecimiento. Si quedamos obnubilados en priorizar las necesidades del cuerpo y del ego, y buscar un permanente destaque a través del mismo, el espíritu queda demacrado, ya que es muy fácil destacarse a través del cuerpo y su belleza o potencial, es cuestión de disciplina, alimentación, cuidados estéticos, hasta cirugías para valerse de esta herramienta física para engrandecer la sensación de aceptación, engorde intensivo del Yo y el narcisismo, eso lo puede lograr casi cualquiera que se lo proponga y por supuesto, no es que ese camino para encontrar el reconocimiento y la aceptación (por sobre todo la aceptación de uno mismo) sea un camino subestimable o juzgable, sino que, si solamente encontramos reconocimiento en ese aspecto y no existe una ambición por destacarse en otras esferas mas profundas, esa sensación de sostener esa imagen por siempre, es un imperativo, una adicción que puede frustrar en muchos aspectos, porque el paso del tiempo no perdona y el cuerpo va envejeciendo y volviéndose cada vez menos ideal que aquel que nos causaba tanta satisfacción. Ambicionar el destaque por aquellos aspectos permanentes, inalterables, que no tienen precio de mercado y que van a sostenerse en el tiempo, no es fácil, porque requieren de una intención personal de crecimiento interior que no son fáciles de obtener ni con cirugías ni con maquillajes...no se compran, se construyen. Tenemos herramientas; técnicas y rituales, que nos acercan a este contacto interior (bautismo, credos, terapias, conocimiento, etc.) pero si sólo se utilizan como rituales y acumulación de contenido y no dimensionamos la importancia y la necesidad de este despertar, no habrá sustancia para desplegar aquello para lo que estamos llamados en la vida.

A todos nos importa pensar bien, esta preocupación atañe a todos, no solo a los filósofos, maestros, monjes o científicos, a todos nos preocupa tener un criterio propio, pensamiento equilibrado y sobre todo coherente entre lo que hacemos y decimos, pero no siempre sabemos como lograrlo. A veces, recurrimos a Dios solo cuando tenemos un problema grave, o buscamos fortalecernos emocionalmente a través de técnicas o terapias “exprés” pero habitualmente mantener “en forma” esta esfera tan importante de la vida, no suele ser una preocupación y lo aplazamos o priorizamos por otras actividades de ocio o banalidad. Esta forma de acercarse a Dios, o a la instancia espiritual que nos fortalezca solo en momentos difíciles, es originada por el “karma” o sufrimiento y tiende a ser utilitaria, y por ende, pasajera. Pero buscar fortalecer el espíritu y cuidar como pensamos como un estilo de vida, es una motivación que se da a través del “dharma” la ambición por encontrar la sabiduría que proviene de la voluntad moral. Esta sabiduría no es sinónimo de información y podemos confirmarlo a razón de la cantidad de información versus la involución espiritual y de valores a la que asistimos hoy día. Si bien no podemos blindarnos ante la avalancha de información que nos ofrece el estilo de vida actual, sí podemos protegernos a través filtros; poner en práctica virtudes y valores para fortalecer el criterio propio y con esto saber elegir conscientemente aquello que vamos a introyectar; ver y escuchar. En este sentido también fiscalizar aquello a lo que esten expuestos nuestros hijos, nativos digitales, que tienen acceso a todo tipo de películas de argumentos que banalizan el mal y la criminalidad, que dejan como héroes a personajes marginales. Si desde pequeños creamos en ellos criterios de que elegir ver y que no, por lo menos tendrán como herramienta ese filtro personal y subjetivo de saber cuales son las cosas que van a enriquecer y promocionar lo positivo y no las influencias negativas y bélicas que tanto se promocionan hoy día, que como dije anteriormente, son las que mas fácilmente hacen destacarse a una persona. A veces, un adolescente para destacarse hace algo trascendentalmente incorrecto, por lo menos desde un refuerzo negativo, siente que es visible, importante...en esos casos, el criterio de cuales son las formas de destacarse y como, no fueron ni siquiera fundadas en su interior.

En este sentido, los jóvenes de hoy día, viven influenciados por un mundo intercomunicado en constante cambio; tecnológico, de valores, ideológicos y en ese torbellino, la confusión es posible. Criar a los hijos con esta motivación, de que no solamente sean robustos en cuerpo e imagen, sino también en alma, mente, corazón, ideales y convicciones, es hoy día mas necesario que nunca, ya que ellos están  mas expuestos a identificarse fácilmente con todo aquello que consumen en la televisión y los medios, sin dimensionar que ante tanta exposición de banalidad y superficialidad, el criterio inevitablemente queda debilitado, “hipnotizado” y vulnerable ante las demandas cada vez mas hedonistas de la sociedad de consumo, perdiendo el sentido de la vida, llenando ese “vacío” con cualquier cosa (cosa material; adicciones o intelectual; información inútil o banal). La herramienta más importante para criar con criterio es ser un modelo a seguir, basados en la verdad, practicando virtudes. Ser modelo es diferente a conversar o explicar, para ser modelo no se necesitan muchas palabras, sino acciones, conductas, ejemplos y acompañamiento, para que ellos aprendan mas por nuestro actuar que por nuestras palabras.

Verdad absoluta vs. verdad relativa

Entender las maneras en que las cosas son verdaderas o falsas, es saber que algunas cosas son ciertas, otras lo son evidentemente, algunas cosas eran ciertas en el pasado, otras lo serán en el futuro. Algunas verdades lo son en este planeta, pero no en otros. Así es fácil cuestionarse si “existe lo bueno y lo malo” ya que vemos que la verdad puede ser relativa, pero aunque la verdad sea relativa, entender que lo bueno y lo malo no son relativos, es de suma importancia, ya que el error está en considerar o asumir que algo es bueno solo porque es cierto y que algo es malo solo porque no lo es. Así los jóvenes de la era de la información y de falsos ídolos, pueden caer en el error de juicio de considerar y sobre estimar como “bueno, positivo, importante” a lo tangible, visible; cuerpo, sentidos, placer, imagen y “malo, subestimar” a lo invisible; alma, pensamientos, espíritu. En este sentido, decidir que tipo de criterio y prioridades asumir ante la vida, vacila en contradicciones individuales y sociales, donde los jóvenes de hoy día se debaten entre los valores familiares y los nuevos paradigmas sociales y culturales que necesariamente los llevan a cuestionarse cuales son sus prioridades reales y cuales las superfluas. Los padres somos guías hacedores de las primeras impresiones en los hijos, si llevamos un estilo de vida, los hijos lo tendrán como ejemplo y referencia. Para asumir una actitud a favor o en contra de algo, es necesario un conjunto de percepciones que se aprenden a lo largo de la vida, así como creencias sobre un objeto o situación determinada, además de un conocimiento interior y manejo de la racionalidad, incluyendo la creatividad y la intuición, donde la subjetividad y los sentimientos intrínsecos de cada uno, llevan a determinar las situaciones y concebirlas como buenas o malas. Un ejemplo; meses atrás un grupo de manifestantes a favor del aborto utilizó la violencia y la burla, justificadas por la libertad de expresión, para imponer “su verdad” (subjetiva, porque no lo es para todos) pero la apología a la violencia, la injuria y atentado a la fe, no son buenas en ningún lugar del mundo (criterio objetivo) y solo desestiman aquello por lo que luchan y son modelos de intolerancia, persecución por credo, paradójicamente justo todo aquello por lo que se manifiestan. La relación entre la verdad subjetiva, lo bueno y lo malo, son criterios muy sutiles que como padres tenemos la misión de establecer en los hijos, para que no caigan presos del fanatismo o la falsedad disfrazada de verdad y para que el día que tengan que dar a entender su verdad lo hagan con conocimiento y criterio positivo.

Para pensar bien y también enseñar a nuestros hijos a tener un criterio propio, es necesario procurar conocer la verdad, la realidad de las cosas, ya que de nada sirve hablar correctamente, dar un discurso con perfecta oratoria y palabras rebuscadadas si el pensamiento y lo que transmitimos no esta acorde con la realidad. Uno habla con criterio de aquello que conoce, y no necesita de la manipulación o la violencia para darse a entender, si pedimos a un doctor que hable de cómo cultivar una huerta, por más títulos honoríficos que tenga, no podrá hacerlo con precisión, lo mismo pedirle a un agricultor que desempeñe una cirugía, ambos son sabios en sus contextos y juzgar a alguien por las apariencias, puede nublar nuestro juicio. Se pueden ejercitar criterios positivos, enseñando a hacer frente a la ignorancia. El criterio positivo se basa en la práctica constante de virtudes, teniendo en cuenta que la practica es mucho mas importante que la teoría, trazando desde el ejemplo los senderos que guíen a los hijos por el camino de la conciencia y el sentido común del respeto y la gratitud, relegando a la vez los defectos y utilizando las malas experiencias para la corrección, el aprendizaje y el crecimiento personal.

Lic. Gabriela Casco Bachem
Psicóloga
gabrielacascob@hotmail.com



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