Ir al contenido principal

No se puede todo








La importancia de aprender a delegar

Cada vez se vuelve más común escuchar en la letanía cotidiana de muchas mujeres aquellas que dicen “no tengo tiempo” “no puedo más” “estoy apurada” que se completa con imágenes de mujeres ojerosas que madrugan para hacer de chofer de los hijos, amas de casa y trabajadoras fuera del hogar, que aportan a la economía familiar y desean realizarse profesionalmente, mandando mails mientras almuerzan con la familia o contestando llamadas de emergencia de los hijos en medio de una reunión laboral. Por si fuera poco, también las mujeres nos hacemos de tiempo para ir al gimnasio, a la peluquería y cumplir con los parámetros de moda, la familia y los amigos. Pero, la realidad es que “no se puede todo” que la autoexigencia de querer hacerlo todo, y todo bien, es imposible y que alguna factura nos va a pasar el cuerpo o las emociones. Hablamos de la autoexplotación personal, en este caso, femenina, donde las mujeres no sabemos, o no queremos delegar nada, lo que forma parte de un mandato cultural y patriarcal donde la idea de “abnegación” nos otorga el título de “buenas madres, esposas o profesionales” en pos de un ideal imposible de compatibilizar con lo biológico y con el tiempo y siempre en beneficio de los demás. Tomar conciencia de donde proviene este imperativo y descubrir qué tiene que ver esto con nuestra biografía y referentes ya caducos, para aprender a priorizar nuestros deseos y nuestro tiempo, es importante antes de colapsar.

 
La ficción de realización personal que deriva en autoexplotación
La sociedad actual, la sociedad del rendimiento, la de la competencia extrema, la de la exposición digital y virtual, nos exige un aceleramiento y perfeccionismo agotador. En su libro “La sociedad del cansancio” el filósofo surcoreano Byung-Chul Han dice; “Hoy día se vive con la angustia de no poder hacer siempre todo lo que se puede…ahora uno se explota a sí mismo, figurándose que se está realizando” lo que para el filósofo se traduce en los trastornos actuales de sobreexigencia al cuerpo y al psiquismo; anorexia, síndrome de Burnout o estrés laboral y pánico al no calificar para la vorágine contemporánea. Si bien hace tiempo que la mujer ha conquistado el espacio laboral, público y político al igual que los hombres, el peso del hogar y la familia sigue sobre sus hombros en un desbalance notable. Cada día la mujer tiene menos tiempo de salir, conversar con los amigos y compartir con los hijos o con la pareja, para reflexionar sobre la vida y soñar. Son pocas las que subversivamente consiguen asegurar un tiempo para sí mismas, no sin una carga mayor o menor de culpa. Es difícil compatibilizar la vida laboral con la vida privada, la mayoría busca manejarlo todo como una “super mujer” cuyas autoexigencias empeoran cada vez más la posibilidad de delegar en otros, lo que, de verdad, ya no tienen tiempo humano para hacer. La obsesión por querer hacerlo todo es una enfermedad y tras ella se ocultan conflictos que se tapan con esta falta de tiempo para detenerse a pensar porqué están hipotecando sus vidas y su tiempo. Cuando llegan a consultas médicas o psicológicas ya están con síntomas como ulceras, hipertensión, irritabilidad, poca tolerancia hacia los hijos, lo que crea distanciamiento con ellos, fricciones familiares y pérdidas paulatinas de los afectos. La forma de autodisculparse o justificar todo lo que hacen es que “nadie las entiende o que ellas trabajan para la familia, se matan por los demás, hacen todo en el hogar y nadie las valora”.

 
Saturarse de actividades, una forma de evadir
En el fondo las multitareas son una forma de evasión. Una forma de no superar asuntos pendientes, privados, de orden emocional, de conexión con la pareja o la familia, que ayudan a escapar de la necesidad de criar con disciplina y amor. La falta de tiempo de ocio y tranquilidad, evitan encontrarse en ese momento libre para pensar en temores del pasado, en dolores ocultos, muchas veces sobrecargados de importancia y que en realidad no son tan difíciles de superar, lo que confirma que es mucho más perjudicial a largo plazo, mantener a estos fantasmas que nos lastiman y convierten en robots, tapándolos con múltiples tareas y actividades, que tomar consciencia de ellos, superarlos o perdonar. Cuando uno se da cuenta que esta atrapado en un círculo vicioso donde, a medida que se van deteriorando las relaciones personales, aumenta el tiempo que dedicamos al trabajo y nos llenamos de más y más tareas, es necesario empezar a corregir esta dinámica tóxica.

 
Adiós bella durmiente; es tiempo de despertar
En su libro “Adiós bella durmiente, crítica a los mitos femeninos” la escritora Madonna Kolbenschlag dice en referencia a los mitos y cuentos de hadas sobre las mujeres “La mujer se adapta a la “fórmula”, condicionada a vivir para otro, está obsesionada por el afán de lograr la aceptación y aprobación del otro significativo. Estudios comparativos recientes entre mujeres “centradas en los demás” y mujeres “centradas en sí mismas” parecen confirmar los efectos patológicos de este condicionamiento. Según los resultados de un estudio, las mujeres centradas en los demás -las que tienden fácilmente a la abnegación, la renuncia, el altruismo, la entrega a otra persona o a una causa -en general solían presentar niveles bajos de autoestima. Las mujeres centradas en sí mismas -menos modestas, más preocupadas por su autodeterminación y la consecución de metas personales- presentaban, en cambio una autoestima consistente más alta y una personalidad ética más desarrollada. La mujer centrada en los demás suele tender a una dedicación más exclusiva a su marido o su familia, pero también pide más a las personas con quienes convive. Sus expectativas suelen ser mayores y más apremiantes; su dependencia emocional muy grande. Tiende a representar con mayor frecuencia el papel de “reina del castillo”. La mujer centrada en si misma prefiere, en cambio, a un marido, o un compañero, que trate bien a todo el mundo. Espera una atención menos exclusiva de él. Suele ser menos exigente en sus expectativas en relación con todas las personas de la familia y su dependencia hacia su marido y familia es menor. La convivencia con ella es más fácil y en general, y tiene un efecto positivo sobre la autoestima de los demás”.

 
Aprender a delegar, empezando por la comunicación
La comunicación es la forma de volver a conectar con la pareja y los hijos, expresando y estableciendo los espacios de cada uno, los hobbies, sueños y aficiones que nos apasionan y las cuales deben respetarse y considerar. Fomentar la solidaridad familiar, establecer tareas para cada miembro de la familia, por ejemplo, los hijos mayores ya pueden organizar sus tareas, sus horarios y ordenar sus cosas, los pequeños también pueden ayudar en algunas tareas de la casa. Los abuelos y demás familiares pueden establecer algunos días en donde los chicos pasen la tarde con ellos, o transportarlos al colegio o actividades extracurriculares. Por último, es necesario hacerse un cuestionario personal y preguntarse ¿de dónde proviene este mandato de querer hacerlo todo “bien” y solucionarles la vida a todos? ¿de quien hemos aprendido esta abnegación sin sentido, esta necesidad de que todos dependan de uno? ¿cuánto sabemos sobre nuestros hijos? ¿son felices las personas a quienes supuestamente les solucionamos la vida o les estamos atrofiando su independencia? Y sobre todo…¿podríamos vivir sin esa necesidad de reconocimiento de mujer sacrificada, abnegada, subordinada al deseo de los demás, y finalmente, hacernos cargo de nuestras vidas y nuestros deseos sin sentir que eso esta mal o que le estamos “faltando” a alguien?

 
Puedo hacerlo y debería tener permitido hacerlo
En la noche de los Golden Globes 2019, Glenn Close dijo en su discurso en referencia a la película que la hizo merecedora del premio a mejor actriz de drama “La buena esposa”: “Pienso en mi madre, que realmente se dedicó a mi padre durante toda su vida y a sus 80 años me dijo, ‘Siento que no he logrado nada’, y eso no está bien”, dijo Close entre lágrimas. “Creo que lo que he aprendido de toda esta experiencia es que las mujeres somos cuidadoras y eso es lo que se espera de nosotras. Tenemos a nuestros hijos y maridos y, sí, eso esta bien y tenemos suerte...Pero tenemos que encontrar nuestra realización personal. Tenemos que seguir nuestros sueños y decir, ‘puedo hacerlo y debería tener permitido hacerlo'".

Lic. Gabriela Casco Bachem
Psicóloga

Comentarios

Entradas populares de este blog

Padre e hijo; La lucha por el trono

“El hacer del padre por su hijo es hacer por sí mismo” Miguel de Cervantes Saavedra El sentimiento de rivalidad entre padre e hijo, aparece hacia los tres años: es el complejo de Edipo definido por Sigmund Freud inspirado en el mito de la tragedia griega de Sofocles. El niño tiene la molesta impresión de que su papá se quiere apropiar de su mamá y que le imposibilita así tenerla toda para él. Lo considera un auténtico rival y entra en competencia con él para apartarlo y ganar toda la atención de su mamá. Cuando el padre introduce la ley y pone reglas al pequeño “acaparador”, se delimitan territorios y el niño entra en una etapa de aceptación e introyección de cualidades de su género. Empieza a copiar la potencia y habilidades de su padre, ambiciona superarlo y esto incita al niño a pelearse, a enfrentarse a él, en cualquier ámbito que su padre se destaque y es así como se produce la identificación con su mismo sexo, ya que al ser como su padre, puede también llamar la atenci

Moda, una expresión de la personalidad

¿Qué diferencia hoy una galería de arte de una tienda de moda? Gilles Lipovetsky ¿Qué nos hace obedecer a la moda hasta a veces depender de sus dictados? ¿Cuál es esa “necesidad” que nos cautiva para comprar marcas o tendencias? ¿Es la necesidad de aprobación social, satisfacción personal, mostrar nuestra identidad, nuestro nivel social, nuestro poder adquisitivo? ¿Tiene que ver con una motivación interna o externa, consciente o inconsciente? Estos cuestionamientos surgen al momento de hablar sobre la influencia de la moda en la personalidad y así como no se puede dar una sola respuesta a un fenómeno que surge de tantos factores, tampoco podemos definir lo que significa desde un lugar superficial , ya que influye en todas las esferas humanas; desde la ropa, al arte, la arquitectura, la política, la cultura, la forma de relacionarnos, etc. Entender su relación con nuestras emociones y necesidades es importante al momento de saber si nos beneficia o nos esclaviza. La

La importancia de respetar a los padres

La relevancia emocional de tener una relación positiva con los padres Muchas veces nos preguntamos ¿Cómo podemos hacer para que nuestros hijos nos respeten? ¿Debo ser más exigente? ¿Tener más personalidad? ¿Imponer mas límites? Y en estas preguntas nos desviamos de una respuesta clara; la relación con los hijos depende de la relación con nuestros padres. Si la relación que tenemos con nuestros padres es conflictiva, ya sea en este momento de la vida, o permanentemente y sentimos que la relación con nuestros hijos ya sean pequeños, adolescentes o adultos, es conflictiva o se encuentra bloqueada, es importante empezar por registrar nuestra relación con nuestros padres. Es un camino que no siempre consideramos tomar, ya que solo vemos el efecto (malestar con los hijos, falta de respeto, indiferencia) pero no la causa. Reconocer si tenemos conflictos con nuestra relación originaria, es de suma importancia para iniciar un proceso de cambios en la configuración de los fundamentos em