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Ser padres en la era digital

Conectarnos con los hijos, el desafío actual

Diferentes hipótesis tratan de explicar el porqué hoy día existe esta hiperconexión a los dispositivos móviles y en especial, a las redes sociales, empezando por las más alarmantes, en donde el hecho de sumergirse tantas horas en el celular habla de un “vacío existencial” o una forma de “evasión de la realidad” a causa de la soledad que siente el ser humano hoy día, obligado a estar separado de sus “contactos” por las horas de trabajo o estudio tan exigentes. Por otro lado, tenemos la explicación evolutiva, en donde el uso y abuso de la tecnología es causa y efecto de la sociedad actual, inmersa en el espectáculo y el rating. Esta exposición ilimitada, es una consecuencia de cambios culturales en donde el reconocimiento y la visibilidad pasa por la mirada del otro, dando énfasis a la aprobación, pero también a sus nuevas inseguridades y peligros. Actualizarnos es una forma de proteger y advertir a nuestros hijos de las consecuencias de sus actos en las redes, a veces de forma permanente, ya que, una vez subida la información, imagen/video o audio a la Web, estas, ya no se pueden borrar. Saber de la existencia del ciberbullying, grooming, sexting, acceso a pornografía y violencia, adicción a los videojuegos, al celular, vamping, phubbing, entre otros y que son algunos de los peligros virtuales en el que conviven nuestros hijos hoy día (ver la pagina www.protecciononline.com) e informarnos y educar a los chicos, es en principio, la profilaxis más efectiva para evitar y prevenir que las redes los atrapen.

Paula Sibilia, antropóloga e investigadora contemporánea, estudia el impacto cultural de las tecnologías en las subjetividades del sujeto postmoderno. En una charla TED sobre Bullying “De la culpa a la vergüenza” explica que si bien antes existían este tipo de dinámicas de burlas en las escuelas a las que considerábamos “normales”, actualmente, es diferente, ya que, primero, hoy día, existe una palabra para nombrar ese problema: Bullying y segundo que tiene tal trascendencia que suele ser noticia en los medios y hasta existen leyes para penalizarlo. “Hay algo importante y es que en esa misma época, hasta hace poco, otros dramas escolares se consideraban mucho más serios que esas “peleítas” sin importancia en los recreos y en los pasillos. Me refiero a las amonestaciones, las expulsiones, incluso las malas notas. Tanto los chicos, como los maestros, los padres y la sociedad en general, pensaban que eso era mucho más importante que lo que ahora llamamos bullying. Ahora tiende a ser al revés: las malas notas y las reprimendas disciplinarias parece que son cada vez menos graves y este nuevo fenómeno del bullying ocupa un papel cada vez más central. Los motivos tradicionales de humillación escolar, que son los castigos aplicados por una autoridad, como un docente o un directivo a los alumnos que hicieron algo considerado incorrecto, algo prohibido por los reglamentos, como portarse mal o no estudiar, pierde peso; y, por otro lado, ganan prioridad estos nuevos motivos de humillación escolar, que son castigos que los alumnos se aplican entre sí por muy diversos motivos pero casi siempre por algo relacionado con el aspecto físico o con la personalidad de la víctima”.

Esto confirma un cambio de eje en los valores, pasamos de temer a la culpa y a los castigos de las autoridades a temer a la vergüenza “del qué dirán” los otros de mí y esta, es una nueva forma de control social que necesitamos entender para saber desde donde abordar, administrar y gestionar estos problemas con la generación actual, a quienes, quizás, ya no le conmuevan las reprimendas moralizadoras que antes sí nos obligaban a reflexionar sobre lo que habíamos hecho mal. Dice Sibilia “El porqué se dan estos cambios tiene varias hipótesis, desde cambios históricos a cambios internos, ya que la culpa es una emoción interna, privada se refiere a un conflicto moral. Yo me siento culpable porque hice algo malo. En el caso del bullying, no es la culpa lo que está en juego, sino otro tipo de emoción: la vergüenza. No es exactamente lo mismo, es bastante distinta. La vergüenza es una emoción pública, no se refiere a un drama privado. En el caso de la vergüenza el problema no soy yo, sino los otros. Los demás, la mirada de los demás, que me juzga de un modo incorrecto, injusto, a veces cruel, más allá de que yo tenga la culpa o no de haber hecho algo malo. Es una transformación del equilibrio, pasa a ser más importante la vergüenza que la culpa y ésta es una clave para entender por qué están cambiando nuestras prioridades”.

La atención constante que tenemos hacia la imagen, hacia lo superfluo, hacia lo banal hoy día, difiere de aquella idea de riqueza interior de tiempos pasados, donde la esencia, la contemplación, el alma y la vida interna eran mas importantes que la imagen. Pero hoy día se considera la imagen lo más importante. Entes sin almas engrandecen solamente el caparazón abandonando el espacio interior, el silencio, el autoconocimiento y la introspección, todos ejercicios muy valorados en practicas de meditación o religiosas que invitan a fortalecer quienes somos, “desde adentro”. Hoy día, confirmamos el engorde del Yo “artificial” con el auge de las redes sociales, los gimnasios, la moda, la estética, las cirugías, los tatuajes etc., al servicio de la creación de una imagen y perfil impecables. Esta exposición opera como tirano, ya que nos “obliga” a mostrarnos “tenemos qué conectarnos y hacernos visibles para existir” tener una cantidad máxima de “Me gusta” para sentirnos aceptados, pero eso mismo nos deja vulnerables a las críticas, a la indiferencia, al ciberbullying, cada día más fuerte entre los jóvenes y a otros peligros, no tan virtuales. Entonces, las formas de crear conciencia a los jóvenes sobre el uso de las redes y sus peligros, así como evitar que sean “buleadores o buleados” pasa por hacerles comprender que ellos no son ese perfil virtual, que tienen una riqueza interior mucho mas interesante que conocer y fortalecer para poder conectarse realmente con el “alma” de las personas y no solo a partir de las imágenes que al final, son de “ciencia ficción” y volátiles. Enseñarles que la humillación se percibe como una de las emociones más fuertes, más fuerte que la ira o la alegría y que dura mucho más tiempo y es más difícil recuperarse de una humillación y que si son participes de un acto de bullying o ciberbullying, van a quebrar el espíritu de otro o si no cuentan lo que les sucede, no van a poder salir de la espiral humillante. La empatía y la compasión son dos antídotos contra el bullying y todo tipo de acoso, porque la empatía es ponerse en el lugar del otro, cosa que hoy día se vuelve cada vez más difícil de abstraer a razón del engendro de personalidades cada vez mas egocentristas y narcisistas que operan con la lógica de ser el centro del mundo. Y la compasión, que se necesita para comprender las consecuencias que tendrán nuestros actos u omisiones al momento de hablar o informar sobre casos de abuso que podamos tener en conocimiento para poder ayudar a los demás a que no pasen por sufrimientos y abusos.

Sibilia dice para finalizar; “Pensemos también en la complicación que es el “ciberbullying” cuando estas burlas o difamaciones se diseminan por las redes, YouTube, Facebook, etc., y lo que antes solía ser privado, limitado al grupito de conocidos o protegido por las paredes de la escuela o de la casa de repente se expone ante millones de personas. Todos los saben, entonces la vergüenza se hace terrible, mucho más grave y no tenemos dónde refugiarnos, ni dentro de uno mismo, ni en la intimidad, ni siquiera soñando con escaparse a una isla desierta porque casi todas ya tienen Wifi. La pregunta ¿qué hacemos? ¿Esto es mejor o peor que antes? ¿Es bueno o malo? ¿Cómo lo solucionamos? Tanto la culpa como la vergüenza son mecanismos de control social y el hecho de que la culpa esté perdiendo buena parte de su vigor ahora y que la vergüenza se esté magnificando, esto no es ni bueno ni malo en sí. Pero debemos tenerlo en cuenta, es un dato que significa que las cosas ya cambiaron, y que si seguimos pensando que lo que pasa ahora es lo mismo que pasaba antes y lo tratamos de solucionar como si fuera lo mismo, probablemente no vamos a llegar muy lejos.”

Lic. Gabriela Casco Bachem
Psicóloga
gabrielacascob@hotmail.com

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