“La intervención más sutil es un consejo. . . La más
evidente el sometimiento” Luis
Gabriel Carrillo Navas
El acoso moral
existe en toda situación donde se desarrollan vínculos perversos, es decir,
donde existe un individuo que busca la forma de someter a otro y destruirlo
emocional y psicológicamente, con una herramienta que no deja muchas evidencias
palpables, la palabra y con un daño que no se ve como un golpe o marca, la
destrucción psíquica. El perverso desea aniquilar la buena imagen que el otro
tiene de sí mismo para poder colocarse en una posición de superioridad y de
esta manera, enmascarar sus propias debilidades, con rumores, sarcasmos,
miradas, insinuaciones, indiferencia, descalificaciones, críticas, etc. En la
actualidad existe una notable multiplicación de casos de manipulación,
corrupción, extorsión, SAP (Síndrome de alienación parental) violencia doméstica,
acoso escolar (bullying), acoso sexual, acoso laboral (mobbing) y podemos
continuar con los ejemplos. Este problema involucra a toda la sociedad, que
aunque siempre estuvo formada por seres inescrupulosos o manipuladores, quizás
la individualidad y ambición consumista y utilitaria de hoy día, fomenta la
manera de obtener lo que uno desea, a como de lugar, aunque esto dañe a familiares o amigos.
El acoso moral lo
realizan personas que tienen un carácter perverso narcisista. Para Marie-France
Hirigoyen, psiquiatra especialista en acoso moral, la perversidad no proviene
de un trastorno psiquiátrico sino de una fría racionalidad que se combina con
la incapacidad de considerar a los demás como seres humanos. Su empatía es más
bien utilitaria, pues sólo reconoce las necesidades del otro en la medida que
sirvan a su propio beneficio, las trata como objetos. Según Alberto Eiguer,
psiquiátra y psicoanalista, el perverso narcisista es aquella persona que bajo
la influencia de su "grandioso yo", intenta crear vínculos atacando
muy especialmente la imagen de integridad con el fin de desarmarlo. Para
Eiguer, estos individuos atacan el amor propio de los otros, su confianza y la
autoestima para hacerles creer que el vínculo con él, es irremplazable y que es
el otro quien lo solicita. Este fenómeno va más allá del mundo de la pareja, de
la familia o de la empresa, existen en todos los grupos donde pueden aparecer
rivalidades, empezando por las escuelas y universidades.
Para identificar
un acoso moral lo importante es estar alerta a los indicios evidentes y clandestinos,
directos e indirectos del vínculo. La técnica es siempre la misma en todos los
contextos; se utiliza la debilidad del otro y se lo conduce a dudar de sí mismo
con el fin de anular sus defensas y así abusar de el/ellos. Empieza con una
campaña de hostigamiento, descalificación y/o indiferencia y la víctima pierde
progresivamente la confianza en sí misma, al punto de darle la razón a su
agresor, desestimando sus valores y creencias, como sucede en las sectas por
ejemplo.
La víctima termina
convenciéndose; "Soy una basura, no sirvo para nada, me merezco todo este
maltrato y/o indiferencia". Con este nuevo "chip" de
autodestrucción inducido sutilmente, la víctima comete errores ella sola. Una
estrategia común para descalificar a alguien, consiste en inducirle a un error
para luego poder criticarlo y humillarlo. Esto se da mucho en el ámbito
laboral, entre jefes y subordinados, pero también a la inversa. O en la pareja,
si por ejemplo sentimos una actitud de desprecio y humillación, esto puede
provocar en alguien impulsivo, la ira, desatando un comportamiento violento
para que todo el mundo pueda ver la reacción desasertiva y así el otro puede
decir; "Vieron es un/a loco/a me gritó, me pegó, me echó". O a través
de la omisión, si por ejemplo es indiferente, no cumple ni se interesa en su
pareja, ni en la intimidad, en el trato, ni en el relacionamiento cotidiano y
encima no pide ni permite una separación, la víctima por vulnerabilidad o
soledad, puede caer en la infidelidad, siendo esto, justificativo para que el
otro se lave las manos y lo culpe por el fracaso afectivo o familiar quedando
él/ella como víctima y así atrapar psicológicamente a su ex, a quien basta con
inducirle a que mienta, se defienda desesperadamente y diga lo que sea con tal
de terminar con las torturas. La negativa a responsabilizarse de un fracaso
conyugal se encuentra a menudo en el origen de un vínculo perverso. Y a veces,
este relacionamiento perverso no es circunstancial al fracaso sino que
evidencia el carácter del maltrato que existía desde un principio.
En las
separaciones aparecen la violencia, la paranoia y los reproches con más
frecuencia y tonalidad ya que el perverso narcisita siente que el otro se le
escapa. La violencia no termina con la separación y continúa a través de los
hijos como en el SAP (síndrome de alienación parental) y mientras esta campaña
violenta no termine estamos hablando de "Stalking"; acoso que
involucra a antiguos amantes o cónyuges que no quieren terminar la relación y
persiguen a su "ex" (llamadas, extorsiones, chantajes, persecuciones,
rumores, etc.). En Norteamérica, algunos Estados se han tomado en serio el
stalking y han previsto órdenes de protección civil del mismo modo que para las
violencias conyugales directas. Los divorcios en los que participa un perverso
narcisista son casi siempre violentos y pleitistas. Los perversos mantienen el
vínculo mediante las cartas certificadas, los abogados y la justicia. A través
de los pleitos, se sigue hablando de esa pareja que ya no existe. Cuanto mayor
es la pulsión de dominio, mayores son el resentimiento y la ira. Las víctimas
se defienden mal, sobre todo si creen que han tomado la iniciativa de la
separación (lo cual es a menudo el caso) y su culpabilidad las lleva a
mostrarse generosas y a esperar que, de este modo, se escaparán de su
perseguidor.
Las víctimas no
son personas débiles, por el contrario, tienen una fuerte personalidad e
inteligencia, sienten compasión y son dinámicas y por eso tratan de arreglar
las cosas porque no comprenden el comportamiento del perverso quien les hace
creer que son reprochables, entonces intentan explicar y convencer. Un acosador
moral o un perverso narcisista, suele haber atravesado por una infancia
dolorosa. Han sido tratados como objetos o bien idolatrados por su madre. Vivieron
con alusiones y observaciones perversas, creando en ellos un condicionamiento
negativo, un lavado de cerebro. Los niños no se quejan de los malos tratos que
padecen, pero, están permanentemente a la espera de un reconocimiento por parte
del progenitor que los rechaza, solo que ese reconocimiento nunca llega. Los
niños interiorizan una imagen negativa de sí mismos "No soy nada ni
nadie" y la aceptan como merecida.
Los perversos no
aparentan ser enfermos, ni psicóticos ni nada, al contrario son histriónicos y
seductores al principio del vínculo. Por lo general convencen a su víctima
circunstancial, ya que se muestran débiles, necesitados de ayuda y comprensión,
así, mientras tengan una víctima en quien descargar su maltrato, se encuentran
equilibrados. No sienten frío ni calor, no tienen emociones desarrolladas, solo
necesitan a los demás para poder engrandecerse y utilizarlos. Por lo general
dan respuestas ambiguas, con dobles sentidos. Nunca usan comportamientos
violentos o evidentes, ya que temen ser acusados u observados. Tienen fobia al
compromiso, a todo lo que les puede vincular a otro: matrimonio, hijos, temen
ser invadidos. La perversión no tiene cura, ya que no se deprimen y no tienen
problemas de conciencia ni culpa, así que jamás acuden a un especialista y
mientras tengan una víctima, no se sienten mal. El perverso busca el
reconocimiento social, aunque no lo reconoce, se queja a menudo de la vida y es
muy negativo. El acosador nunca abandona a su víctima y cuando ésta intenta
huir, la culpabiliza o extorsiona.
Si una persona
sospecha que está en un vínculo perverso, no debe tener ninguna duda sobre sí
mismo ni sobre las decisiones que debe tomar; tampoco debe tener en cuenta las
agresiones. Esto le obliga a estar en alerta contínua durante los contactos con
su ex cónyuge, familiar, jefe o compañero de trabajo o estudio. Entender este
mecanismo macabro ayuda a registrar vínculos enfermos donde más allá de lo que
nos sucede como adultos, empecemos por desarrollar en los niños el respeto hacia
los demás, ya que hasta en las escuelas se empiezan a legislar ciertos
comportamientos como el bullying y si empezamos por poner leyes y límites antes
que valores y amor, estaremos reduciendo nuestras relaciones humanas a
someterse completamente a los reglamentos legales antes que al sentido común y al amor.
Lic. Gabriela Casco Bachem
Psicóloga
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