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Phubbing; apocalipsis zombie







Cuando el celular es lo mas importante

La analogía entre un phubber y un zombie, es llamativa. Phubbing significa ignorar a una persona con la que se está compartiendo una interacción social ya sea hablar, comer, acompañar, para revisar algún dispositivo móvil (el término proviene de phone y snubbing; teléfono y desaire, desprecio, rechazo). Y zombie, muerto que resucita mediante un ritual, pero que queda sometido en adelante a la voluntad de la persona que le devuelve a la vida. En sentido figurado, zombie se usa para designar a quien hace las cosas mecánicamente, como si estuviera privado de voluntad. Así también, quien tiene una adicción al celular, parece actuar como un esclavo, pendiente del Facebook, Twitter, Whatsapp, y otras aplicaciones, ignorando soberbiamente a quienes están en frente, como un zombie.

El phubbing generalizado que vivimos hoy día, es muy semejante al mito urbano de lo que se necesita para que se desate un Apocalipsis zombie: “Se produce una resurrección masiva de muertos convertidos en zombies, también conocidos como muertos vivientes”. En el phubbing, estamos vivos, no es un mito urbano, sino una irritante realidad, una desconsideración que se posesionó de muchos, perdiendo los vínculos personales que mueren a cada instante en que un interlocutor decide revisar y priorizar su celular e ignorar olímpicamente a quien/es lo acompañan, causando un verdadero malestar en los demás. El mecanismo zombie de “resucitar” se parece al del phubber cada vez que agarra el celular y revisa si tiene algún mensaje, correo o like, como una compulsión inconsciente de buscar una especie de “recompensa” (condicionamiento operante tipico del adiestramiento o en su defecto la adicción) a través de alguna novedad o aprobación y queda atrapado a merced de su celular.

Esta necesidad de revivir, de sentirse útil en todo momento, siendo o creyéndose “multitasker”, actividad por excelencia de la cultura utilitaria que solo valora la productividad y efectividad de las personas, que estemos alerta las 24 horas, despreciando y subestimando el ocio o los vínculos, parece ser lo que refuerza esta conducta, ya que “hacer nada”, causa culpa por no estar haciendo (o demostrando hacer) algo útil, mas interesante, o múltiples cosas a la vez.

Quien mas quien menos hemos sufrido del aparentemente inofensivo "phubbing" o lo hemos hecho a otras personas, porque no es mas que la práctica de ignorar al otro mientras se presta atención al celular, y hoy día, todos tenemos un celular. Suena familiar ¿verdad? Tan familiar que hemos permitido que el phubbing se siente en la mesa del hogar; lo hace mamá, papá, hijos, los abuelos, niñeras y empleadas. Lo hacemos en restaurantes, reuniones de trabajo, gimnasio, en la cama, en el baño, ¡manejando!, caminando, estudiando, etc., y vemos esta actitud en todos lados y en casi todas las personas de cualquier edad.

Continuando con la analogía zombie, podría decirse que cuando vivimos a través del celular o tablets, querámoslo o no, actuamos como zombies en la vida real. Dice el mito urbano, que para poder recibir el nombre de “Apocalipsis” la conducta debe de ser “global”, característica que ya está dada porque el 90% de los adolescentes prefieren el contacto vía texto que cara a cara y en los restaurantes experimentan 36 casos de “phubbing” en cada sesión de cena, y advierten de que este fenómeno puede acabar reduciendo las relaciones sociales al intercambio de mensajes virtuales. En Yucatán, las nuevas tecnologías y medios de comunicación, como smartphones, tablets y redes sociales son motivo de preocupación en materia de salud mental, por lo que serán incluidas en la Encuesta Estatal de Adicciones 2013, sumándose a las del tabaco, alcohol y otras drogas que dañan la salud mental.

Generalmente los zombies resucitados son lentos y de movimientos torpes. Nos pasa y también vemos que cualquiera que esté usando un smartphone e intente hacer otra cosa al mismo tiempo, ya sea, atender, ¡manejar! o ver una película, lo hace a medias y verdaderamente parece un torpe y atontado. Siempre se pierde de parte de las conversaciones y al volver a la realidad, lo hace de manera compulsiva como queriendo compensar los minutos que estuvo “conectado” (¿o desconectado?) Pregunta “interesado” “¿Qué me dijiste?” “¿Qué pasó en la película?” “¿Ay, ya se puso verde el semáforo?” apurando a todos para actualizarlo de lo que se perdió. Ni hablar si tenemos hijos pequeños, los pobres tienen que “esperar” a que mamá, papá o la niñera, terminen sus múltiples actividades virtuales. Deben escuchar todo el día “esperá, esperá un ratito, ya termino” para ser finalmente mirado y tenido en cuenta, por no mas de 15 minutos, tiempo mas largo que tarda el phubber en revisar nuevamente su celular. Los pobres niños, indefensos, ni siquiera pueden agarrar un celular y hacer lo mismo para paliar la soledad y angustia de ser ignorado, o lo que es peor y dependiendo de la edad, algunos ya son phubbers.

También es contagioso, porque en una reunión o sala de espera, basta con que una sola persona agarre su celular, para que los demás en sincronización perfecta, empiecen a hacer lo mismo, como en una coreografía gestalt. Es como “demostrar” que tienen muchas cosas importantes que hacer y tienen amigos que también los consideran importantes y que tiene muchos mensajes "importantes" que responder o al menos mas importante que esperar sin hacer nada. Lo que continua diciendo del Apocalipsis (que espero, no sea una profecía) sería interesante tenerlo en cuenta: “Una vez que el humano mordido por un zombie muere (o se vuelve adicto al celular), se reanima convertido en zombie (alienado por la tecnología). Esto produce una crisis que se extiende de manera exponencial y pone en gran peligro a la humanidad (entiéndase a los vínculos personales, cara a cara, a los diálogos e interacciones humanas) Ejemplo; mamá adicta al celular = hijos zombie.

La progresión de la plaga zombie sobrepasa a las fuerzas de seguridad militares y civiles (el phubbing sobrepasa familias, parejas, amigos, costumbres, hábitos y valores) causando la caída de la civilización presa del pánico y dejando grupos aislados de supervivientes, que deben conseguir mantenerse con vida abandonados a su suerte y por sus propios medios”. ¿Parece exagerado? Puede ser…pero la sensación de sentirse ignorado o “preferido” por un celular, realmente puede ser apocalíptico para muchas relaciones personales. Nos aislamos cada vez más, hasta quedar separados en grupos de quienes no pueden dejar de atender el celular y quienes quieren tener una vida real, normal, resultado, una gran soledad.

Las personas más vulnerables a la adicción al celular, son quienes tienen una predisposición a las adicciones en general; ludopatía, alcohol, etc., personas tímidas y depresivas. También pueden padecer “nomofobia” que es el miedo irracional a salir de casa sin el teléfono móvil. El término, que es una abreviatura de la expresión inglesa "no-mobile-phone phobia" surgió del estudio que se llevó a cabo en Reino Unido en 2011 y contó con una muestra de 2163 personas. Reveló que casi el 53% de los usuarios de teléfonos móviles en el Reino Unido tienden a sentir ansiedad cuando “pierden su teléfono móvil, se les agota la batería o saldo o no tienen cobertura de la red”. De acuerdo con el estudio, alrededor del 58% de los hombres y el 48% de las mujeres sufre de la fobia, y un 9% adicional se siente estresado cuando sus móviles están apagados. La investigación también ha demostrado que los niveles de estrés de una persona con nomofobia son equiparables con los nervios que se tienen el día antes de la boda o de la visita al dentista. Respecto de las razones para que la ansiedad se manifestase, el 55% afirmó que era por el hecho de estar “aislado” de las posibles llamadas o mensajes de familiares y amigos, mientras que un escaso 10% afirmó que la causa era su trabajo, ya que le exigía estar conectado permanentemente.

Un movimiento “anti-phubbing” ya fue iniciado por un joven australiano de 23 años llamado Alex Haigh, quien tiene una página donde explica su filosofía y formas de evitar o erradicar esta moda www.stopphubbing.com. El dice que no está en contra de la tecnología, sino en la forma en que la utilizamos y los hábitos a los que nos condiciona. Sugiere que para modificar esta costumbre, una forma de empezar sería intervenir y hablar con el “phubber” (dependiente) solicitándole seriamente que no utilice el celular frente a personas con las que sostiene una interacción.

Quizás si tomamos conciencia de esta actitud tan común hoy día, rescatemos los vínculos verdaderos y cambiemos un final apocalíptico por otro más humano, donde le demos importancia a las personas, al respeto, a la vida real y al preciado tiempo lleno de experiencias reales, que no vuelve ni resucita, pero que se vive intensamente y se revive en el recuerdo, que para convertirse en tal, necesita de la experiencia REAL porque lo virtual se suprime, hasta de la papelera de reciclaje mental, porque no hubo interacción y vivencias reales.

Aterrizar la utilidad de los celulares en beneficio de los vínculos es lo que cerraría el círculo de la función del mismo; organizar encuentros con la gente con quien chateamos, respetar a quien está con nosotros dejando el celular a un lado, escuchar a los hijos cuando nos hablan y dejar inmediatamente el celular (porque de lo contrario les estamos enseñando a ignorar y después "no sabemos por qué no nos escuchan") y por sobre todo, valorar el efímero presente que tenemos con quien comparte a nuestro lado, porque una conversación "humana" vale más que todas las respuestas que podamos escribir en una fria pantalla de interacción virtual.

Lic. Gabriela Casco Bachem
Psicóloga

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