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Abuelos y nietos, el eterno retorno



“Seguramente las dos experiencias mas satisfactorias en la vida deben ser convertirse en abuelo y convertirse en nieto” Donald A. Norberg

Desde que mis padres Aurora y Juan Carlos alzaron por primera vez en brazos a mis hijos Nando y Remi, supe que algo había cambiado totalmente en sus vidas. Fue como presenciar el arpón de cupido atravesando en vivo y en directo sus corazones, con la misma intensidad en las dos oportunidades ¡Eso sí que fue amor a primera, pero unilateral vista! Estaban embelezados, orgullosos y realizados. Mis suegros, Cristina y José Luis, ya un poco más experimentados en el rol de abuelos, tampoco pudieron evitar quedar inmersos en el encanto de sus últimos nietos. Esto me demostró que cuando de nietos se trata, hay amor y un lugar especial para todos. En los abuelos es evidente ver como la matemática del amor hace sus ecuaciones, ya que éste se multiplica y se divide de manera exacta, porque si bien se vuelven monotemáticos, no dejan de hablar y preguntar por todos sus nietos, tienen la sabiduría de sostener el protagonismo de cada uno, arte que seguro aprendieron siendo padres. Además, encuentran tiempo para hacer sus vidas laborales, profesionales, como padres y ahora también como abuelos, de manera excelente. Soy testigo, (más allá de lo que afirman muchos estudios psicológicos realizados sobre los beneficios de ser abuelos) que mis padres disfrutan de todos los síntomas evidentes del rol de abuelos. Ven la vida con una nueva óptica (que nada tiene que ver con los lentes de aumento que casualmente renovaron juntos) y la viven intensamente, pensando cada minuto en sus nietos, en verlos y volver a sorprenderse de la vida a través de sus miradas inocentes. Ser abuelos es una verdadera recompensa luego del caminar largo e incierto de la vida, y una oportunidad de volver a recorrerla con la intensidad que confiere la expectativa del futuro, que quizás se había perdido. Ver crecer a los nietos devuelve la fe, esa que vemos en la tenacidad que tienen los niños pequeños para dar sus primeros pasos, sin miedos…y tener la suerte de ayudarlos en el proceso, es dar la mano a alguien que nos recuerda mucho a nosotros mismos, no solo por el parecido que la genética antojadiza concibe en los clones que arroja en la tercera generación, que intensifica aun mas la identificación fatal con los nietos, sino por el carácter y la complicidad única que tienen, como si se conocieran de otra vida, fenómeno que a veces somos testigos de advertir, en las semejanzas que aparecen como en una reencarnación de sus antepasados, sin que siquiera se hayan conocido. Este entrañable vínculo, merece su homenaje en cada familia, desde la convivencia con sus nietos o el recuerdo vívido de sus historias. 

Existen estudios que demuestran que los abuelos que cuidan de sus nietos o que los ven a menudo, tienen menos síntomas depresivos. Las emociones adjuntas a la investidura del rol de abuelos son tan poderosas, porque los nietos tienen la capacidad de devolverles la alegría. Los abuelos se sienten mas útiles y responsables, tienen algo nuevo por que vivir, se estimulan creativamente, aprenden tecnología; algunos juegan videojuegos, aprenden a utilizar los smartphones, computadoras y hablan desde video llamadas con sus nietos. Les aumenta la autoestima, se sienten y se ven rejuvenecidos, juegan enérgicamente, olvidan sus dolores y el cansancio, hasta se curan de enfermedades físicas y emocionales. Se activa en ellos una nueva ambición, quizás por dejarle algo a su descendencia y crean proyectos laborales, empresariales. Renuevan su pasión por el arte la música y se interesan por su salud. Por otro lado, los nietos tienen parte de su historia viva en sus abuelos, la de sus padres cuando eran niños y la de ellos mismos, sobre épocas donde Internet y Play Station ni existían en las elucubraciones humanas. Adquieren de ellos; experiencia, enseñanzas, complicidad, consuelo, contención, refugio y cariño. Además de ser voceros y ejemplos genuinos de una serie de valores que están en extinción, pero que para ellos siguen siendo la columna vertebral de la vida; respeto, caballerosidad, dignidad y nobleza. 

Pero existe una realidad actual que ignora el cansancio y es el exceso de utilización de los abuelos. Puede ser por que ambos padres deben salir a trabajar y no encuentran personas de confianza con quien dejar a los hijos. O porque son padres egocéntricos que quieren seguir haciendo la vida que tenían y delegan a sus hijos cada vez que quieren salir a “divertirse”. Entonces muchas veces los abuelos ya no tienen tiempo para ellos, ya hicieron sus vidas, pero de repente, quizás por alguna manipulación o encrucijada emocional, se encuentran de niñeros de sus nietos porque no tienen la opción de negarse. Deben llevarlos al pediatra, al inglés y a los diferentes deportes. Buscarlos del colegio, llevarlos al club, calmar sus berrinches, su aburrimiento, bañarlos, alimentarlos y hacerles dormir. Y es así como existen abuelos totalmente desbordados y otros que abogan por la deserción misma del rol o evitación de la adjudicación del título, como evitando sentirse atrapados o nombrados como talEstos abuelos utilizados sienten la responsabilidad de criar a sus nietos, porque la figura de sus padres es muy esporádica o pueril. Por si fuera poco, deben soportar que éstos a veces les echen en cara que los malcrían o que los prefieren, siendo que el niño no puede evitar amar a quien le cuida, eso es ley de vida. Si el niño está mucho mas tiempo con los abuelos, hasta puede confundir quien es su madre o padre por la convivencia, sumado esto a que hoy día los abuelos son jóvenes, porque en épocas pasadas, se casaban jóvenes, es así que muchos de nuestros hijos, tienen la oportunidad de conocer a alguno de sus bisabuelos. Pero nuestra generación, que cada vez retarda mas la edad de inicio de tener hijos, a los 30 o 40 años, quizás no tengamos las mismas energías que nuestros padres y menos la oportunidad de ser bisabuelos. Otro problema es cuando se divorcian los padres, los abuelos también se sienten divorciados de sus nietos.

Lo cierto es que el estilo familiar ha cambiado totalmente a partir de mediados del siglo XX hasta ahora. Anteriormente, los abuelos solían vivir en la misma casa y los nietos eran criados también por ellos. Pero hoy día, viven en otra casa, disfrutan y esperan ansiosos su visita, por lo que sienten que la responsabilidad de criarlos es menor y ya pueden malcriarlos es decir, consentirlos, protegerlos, mimarlos, pero no por eso dejar de ponerles límites. Una de las cosas por las que más discuten con sus hijos es por el estilo de crianza, temas que deberían evitarse, porque la discusión o las críticas pueden desautorizar a los padres, a menos que vean una verdadera incapacidad de guiar o riesgos en la crianza, allí actúan de protectores y redentores de sus nietos. 

El ser abuelos necesariamente nos encuentra en un momento de la vida en donde creemos que ya nada puede sorprendernos, pero ahí llegan los nietos, quienes con la curiosidad de la inocencia nos recuerdan que a cierta edad, la vida hay que vivirla, redescubrirla y no sobrevivirla, que el tiempo hay que aprovecharlo al máximo y no solo dejarlo pasar, que la vida es una sola, pero que es eterna, porque literalmente, se extiende filogenéticamente en estos niños que llevan nuestra sangre y que nos permiten seguir existiendo en su cuerpo y alma y en sus recuerdos. Tener nietos es una manera de seguir adelante, es saber que cada día escucharemos esa vocecita que en su particular idioma y tono de voz nos dice “te amo yeya” u otros apodos.

De todas formas, presentes o no, la figura de los abuelos conserva la misma relevancia para la biografía de cada uno y valorarlos como parte de nuestra historia, es lo que puede fortalecer nuestra identidad y conocernos en retrospectiva. Para saber a donde vamos, es necesario saber de donde venimos, si conocemos la historia de nuestra historia, quizás podamos comprender algunas repeticiones neuróticas que compulsivamente aparecen como fantasmas o legados. Nuestra generación tiene la estirpe de abuelos protagonistas de nuestra historia, héroes o a veces villanos. Fueron inmigrantes de tierras lejanas, con guerras nacionales, mundiales, exilios, dictaduras y conquistas. La herencia emocional, intelectual y espiritual que nos dejan, además de sus recuerdos, olores, sabor de su comida, consejos y cariño, serán la huella con la que ayudemos a caminar a nuestros propios nietos, si tenemos el privilegio de conocernos.

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