Ir al contenido principal

Aprendiendo del enemigo



El verdadero modo de vengarse de un enemigo, es no asemejársele. Marco Aurelio

Si nos detenemos a pensar quienes son nuestros enemigos ¿Existen? ¿Los pudimos perdonar? ¿Qué pensamos de ellos y con que intensidad emocional los recordamos? ¿Y que pasaría si pensamos mas allá del rencor, la ira y la desilusión y descubrimos que al analizar a las personas a quienes no soportamos, encontramos que parte de nuestros propios defectos son los que no aceptamos en ellos? Aprender del enemigo o de aquellas personas o cosas que criticamos, envidiamos, odiamos o evitamos, es una forma de conocer parte de lo que no podemos ver en nosotros mismos ¿Por qué? Por que todos tendemos a construir un Yo a partir de un opuesto, es el oponente, ese otro “villano” quien me hace dar cuenta de lo que soy y de lo que no soy, de mis virtudes y defectos, de mis posibilidades y limites. Indagar en aquellos pensamientos tóxicos para limpiar “el disco duro” emocional y actualizar todo el repertorio que creemos imposible de olvidar, es necesario para liberar espacios saturados de pensamientos innecesarios y así poder “amigarnos” con los aspectos mas nocivos de nuestra personalidad.

En toda novela, se buscan héroes y villanos, en la novela de la vida misma también. Esta costumbre es como una adicción al drama constitutivo del ser humano y de su lenguaje binario, de opuestos, buenos y malos, lindos y feos, etc. En el aspecto “oscuro” de nuestra personalidad, todos tenemos algún que otro motivo por el cual quejarnos, lamentarnos o victimizarnos a causa de pequeños o grandes motivos. Cuando surge alguna complicación con alguien, por lo general, por más que queramos solucionar los problemas, malentendidos o susceptibilidades, siempre es mas fácil en principio, pensar mal de los demás, nunca se piensa en la posibilidad de un malentendido o error ajeno. Lo cierto es que la paranoia, las ansias de vengar la dignidad, hacer justicia y demostrar nuestra voluntad, tiende a ser la primera acción. Esto se debe quizás a una necesidad de compensación de carencias originarias y ajustes narcisisticos, egocéntricos, en donde si los demás están errados y son tan malos yo estoy en lo cierto y de alguna manera, puedo completar esta falta de virtudes y quedar en el lugar de “bueno” desplegando así los opuestos. Es tan natural y hasta divertido ubicar, juzgar y sentenciar desde un lugar de poder, que quizás por eso son un fenómeno exitoso en la actualidad casi todos los argumentos de programas sobre juzgamientos, críticas y opiniones con todo un plantel de jurado al ataque.

Otra forma de dar cuenta que es mas fácil criticar a los demás antes que a uno mismo, es atender que cuando nos referimos a los defectos de los demás es mucho mas cómodo increparlos, lo hacemos con mucha libertad, sin tapujos ni represiones, sin limites, es mas, inventamos, divagamos, elucubramos, deliramos, difamamos sin piedad, pero sobre nosotros mismos, difícilmente tengamos el coraje de hacerlo tan libre, publica y tajantemente. El enemigo es un espejo de nosotros mismos, seria algo así como “el punto ciego” de nuestra personalidad y así convivimos con un lente que distorsiona lo que vemos y lo que sentimos con respecto a los demás, porque solo vemos aquello que no queremos reconocer en nosotros mismos. Tenemos ojos de carne muy sanos, pero los ojos del corazón están enfermos, ciegos e incapaces de ver lo que vemos desde otra realidad. Por ejemplo; cuando criticamos a una amiga porque no fue capaz de denunciar a su novio porque éste la maltrató, es porque quizás nosotras mismas no somos capaces de hacerlo, quizás en otros contextos, con un jefe o madre abusivos, nos identificamos con esa debilidad y le exigimos a hacer aquello que no somos capaces de hacer en nuestras propias vidas pero que nos molesta y por supuesto, también nos molesta que ella sea una cobarde, y si no se anima, la juzgamos porque en realidad es a nosotras mismas a quienes queremos convencer de algo que no podemos hacer. O cuando incapaces de arreglarnos, producirnos o ponernos lindas, criticamos a aquellas que lo hacen, solo para apaciguar y calmar nuestra autoestima justificando así nuestra incapacidad. Es más fácil apuntar con el dedo a los demás, ya que no podemos apuntarnos a nosotros mismos, a no ser frente a un espejo.

Los enemigos, nos ayudan a tranquilizar parte de nuestro aspecto narcisista porque si ellos están tan errados y tienen toda esta serie de defectos y son tan malos, es porque nosotros estamos pensando “bien”, porque automáticamente al juzgar algo (supuestamente) no lo haríamos. La venganza, el chisme, el deseo de vencer, derrotar y aniquilar al otro, están tan presentes en el ser humano y en nuestros pensamientos, como las bondades que pretendemos que únicamente nos definan. La mayor utilidad que podemos dar a los pensamientos “malos” que tenemos sobre otras personas es indagarlos, ver en donde nos identificamos con ellos, porque gracias a ese “insight” a esa introspección, a esa identificación, podríamos conocer nuestro verdadero yo, que escondido, a veces cobarde, se vanagloria de las desgracias de los demás, ignorando que al hacerlo, lo hacemos con nosotros mismos.

El psicoanalista Luis Tamayo Pérez, dice: “El reconocimiento de la propia imagen en el enemigo es poco común en la historia de la humanidad, no obstante que, desde hace siglos, una multitud de pensadores ha apuntado en ese sentido. E. A. Poe, por ejemplo, en su cuento titulado William Wilson nos muestra de manera tangible como se construye al enemigo a partir de la propia imagen. Y lo hace de manera directa. En el cuento de Poe, el intruso, ese que poco a poco se apropió de los amigos y espacios de William Wilson, no era otro que un homónimo: William Wilson. Su enemigo era un otro especular, era él mismo en el otro. Y ese enemigo se hacía cada vez más insoportable. Al final del cuento, William Wilson se enfrenta a William Wilson en un duelo a muerte. Y, al clavarle la espada vengadora, que en principio lo liberaría de tan funesta presencia, se encuentra con el hecho de que, al atravesarle el vientre, moría él en el mismo movimiento. Su acto asesino, por estar dirigido a un otro especular, no podía ser sino suicida. Tales cualidades del enemigo, sin embargo, son habitualmente olvidadas; generalmente no se reconoce al enemigo como una representación de uno mismo y, a consecuencia de ello, se lucha despiadadamente contra él, se le veja, se le degrada e, incluso, aniquila.”

Hume, filosofo e historiador, en su Tratado de la naturaleza humana, dice “La función del enemigo es: la de constructor de la identidad nacional. El gobierno surge a partir de la guerra, es a causa de la guerra que hubo necesidad de constituir a las naciones. Para Hume la identidad nacional se construye a consecuencia del embate del otro, es decir, que una nación es lo que es sólo gracias al ataque que un semejante le presenta”. Por otro lado Freud decía: “Es tan difícil el reconocimiento de que el enemigo se encuentra constituido a partir de los recortes de la propia imagen que, en múltiples casos, la única posibilidad de terminar con la lucha fratricida es mediante el establecimiento de una nueva guerra en la cual los oponentes iniciales se unen contra un enemigo común, viviendo, por ello, una guerra interminable” y esto es lo que vemos actualmente con el fenómeno del futbol por ejemplo, cuando en una misma nación, en donde aficionados de equipos contrarios que por lo general no se toleran, cuando juega su país, la selección nacional, están todos unidos gracias a que estamos “en contra” de otra nación, de un enemigo en común, lo cual evidencia la inconsistencia misma de la intolerancia. O a veces, dos mujeres que se odiaban por ser una la amante y otra la esposa o novia de un hombre, se unen en contra del mismo para destrozarlo, o viceversa en los hombres. Es un fenómeno que se da en muchos casos.

El desafío ya lo propuso Jesús cuando nos decía que amemos a nuestros enemigos, ya que al buscar en cada pensamiento malo, destructivo que nos inspira una persona, (y en este sentido, una ideología, religión, cultura, raza, etnia, partido político o equipo de futbol, etc.) encontraremos parte de lo que no queremos ver en nosotros mismos, lo cual se denomina proyección. Así mismo, si conseguimos derrotar al ego y podemos reconocer parte de nuestros defectos en los demás, lograremos liberar la tensión que nos causan ciertas personas o conductas, porque nos daremos cuenta que, como humanos, pueden errar. Así, como tan bien se describe en la música de Black Eyes Peas "Where is the Love"; "Reconocer que si sólo tenemos amor por lo que nos gusta, por nuestras propias ideas, entonces necesariamente, querámoslo o no, estamos abriendo un espacio para discriminar otras ideas, y si discriminamos engendramos odio, y si odiamos luego tenemos miedo y rabia. Cuando demostramos eso, el mundo y los demás se vuelven “peligrosos” y siempre estamos a la defensiva". Es importante tomar el control de lo que pensamos, y permitir que nuestros pensamientos se guíen por el corazón más que por razonamientos contaminados, es toda una sabiduría.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Padre e hijo; La lucha por el trono

“El hacer del padre por su hijo es hacer por sí mismo” Miguel de Cervantes Saavedra El sentimiento de rivalidad entre padre e hijo, aparece hacia los tres años: es el complejo de Edipo definido por Sigmund Freud inspirado en el mito de la tragedia griega de Sofocles. El niño tiene la molesta impresión de que su papá se quiere apropiar de su mamá y que le imposibilita así tenerla toda para él. Lo considera un auténtico rival y entra en competencia con él para apartarlo y ganar toda la atención de su mamá. Cuando el padre introduce la ley y pone reglas al pequeño “acaparador”, se delimitan territorios y el niño entra en una etapa de aceptación e introyección de cualidades de su género. Empieza a copiar la potencia y habilidades de su padre, ambiciona superarlo y esto incita al niño a pelearse, a enfrentarse a él, en cualquier ámbito que su padre se destaque y es así como se produce la identificación con su mismo sexo, ya que al ser como su padre, puede también llamar la atenci

Moda, una expresión de la personalidad

¿Qué diferencia hoy una galería de arte de una tienda de moda? Gilles Lipovetsky ¿Qué nos hace obedecer a la moda hasta a veces depender de sus dictados? ¿Cuál es esa “necesidad” que nos cautiva para comprar marcas o tendencias? ¿Es la necesidad de aprobación social, satisfacción personal, mostrar nuestra identidad, nuestro nivel social, nuestro poder adquisitivo? ¿Tiene que ver con una motivación interna o externa, consciente o inconsciente? Estos cuestionamientos surgen al momento de hablar sobre la influencia de la moda en la personalidad y así como no se puede dar una sola respuesta a un fenómeno que surge de tantos factores, tampoco podemos definir lo que significa desde un lugar superficial , ya que influye en todas las esferas humanas; desde la ropa, al arte, la arquitectura, la política, la cultura, la forma de relacionarnos, etc. Entender su relación con nuestras emociones y necesidades es importante al momento de saber si nos beneficia o nos esclaviza. La

La importancia de respetar a los padres

La relevancia emocional de tener una relación positiva con los padres Muchas veces nos preguntamos ¿Cómo podemos hacer para que nuestros hijos nos respeten? ¿Debo ser más exigente? ¿Tener más personalidad? ¿Imponer mas límites? Y en estas preguntas nos desviamos de una respuesta clara; la relación con los hijos depende de la relación con nuestros padres. Si la relación que tenemos con nuestros padres es conflictiva, ya sea en este momento de la vida, o permanentemente y sentimos que la relación con nuestros hijos ya sean pequeños, adolescentes o adultos, es conflictiva o se encuentra bloqueada, es importante empezar por registrar nuestra relación con nuestros padres. Es un camino que no siempre consideramos tomar, ya que solo vemos el efecto (malestar con los hijos, falta de respeto, indiferencia) pero no la causa. Reconocer si tenemos conflictos con nuestra relación originaria, es de suma importancia para iniciar un proceso de cambios en la configuración de los fundamentos em