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La cortesía es un espejo




“La enseñanza que deja huella no es la que se hace de cabeza a cabeza, sino de corazón a corazón” Howard G. Hendricks Intelectual y escritor estadounidense.

Según la teoría de la Psicología Positiva que pone en práctica la profesora de la Universidad de Valladolid, Begoña García Larrauri, dice que practicar ciertos hábitos como dar las gracias o ser amable con los demás puede constituir la clave para tener una vida más feliz y para relativizar las preocupaciones cotidianas. Begoña García sostiene que ésta reciente rama de la psicología mantiene determinados comportamientos como el buen humor y motiva un estilo de vida más feliz. La antipatía y el mal humor “son contagiosos”, del mismo modo que la amabilidad y el buen humor, pero es este último caso el que se convierte en una fuente de satisfacción y de energía que se refleja en los demás si el interlocutor la practica, por lo que propone que optemos por los rasgos positivos. Por otro lado, la única herramienta genuina para convivir en armonía o en caos, es la palabra la cual formamos con este precario abecedario de 27 letras. Con ella estructuramos la realidad y nuestro espacio interactivo. Empezar a reconocer que existen formas de expresión que puedan estar dando origen a problemas de relacionamiento no solo en la convivencia con los demás sino con nosotros mismos, es examinar el estilo de “discurso” que estamos utilizando. Y si podemos elegir un estilo de vida mediante el lenguaje y la actitud ¿Por qué no optar por aquellos que favorecen nuestro crecimiento como seres humanos? Ejercitar virtudes para empezar el año de forma inteligente, es la propuesta y empezar por casa, el punto de partida.

Para comprender esta propuesta de cambio y la responsabilidad como padres y adultos, por ser los originales “codificadores” y contaminadores del mundo de los niños, es necesario empezar a hablar sobre la calidad del lenguaje (moral, no necesariamente intelectual) que les estamos ofreciendo y sobre el ejercicio de las virtudes, como condicionantes estructurales del ser humano y no sólo como metas altruistas para educar a los hijos.

Una persona que generalmente se maneja con términos y actitudes amables, comprenderá cuando alguien le da un consejo y no lo tomará como critica, a diferencia de una persona deprimida y pesimista, que distorsiona el significado de las cosas por sus propias limitaciones conceptuales que dependen de la percepción y la experiencia, ya que éstos conforman los sentimientos y como resultado la conducta de las personas. Somos lo que pensamos y un lenguaje lleno de antivalores y superficialidades, o un sentido del humor grotesco, burlón, machista, no puede traer más que confusión, paranoia y tormento, es por eso que ejercitar las virtudes, como la cortesía y empezando por uno mismo, es una forma inteligente de estructurar un mapa lingüístico sano, para poder ser un espejo nítido donde los demás puedan reflejarse y por ende, actuar de forma semejante con uno, lejos de ser un aburrido o pudoroso, no pasa por lo moralmente correcto, sino por lo correctamente dicho y pensado desde la lógica del corazón.

Pero, muchas veces, los vínculos estructurados y rutinarios parecen difíciles de cambiar, y empezar a ser “amable y cortes” con todo el mundo de un día para el otro, podría parecerle raro a los demás porque es romper esquemas que pueden descompaginar a quienes están acostumbrados al mal humor o la indiferencia como lo “normal” y donde el hábito pudo anclar prejuicios y sentencias sobre alguien como “ya es su personalidad, no va a cambiar”. De esta manera y de forma muy arrogante, olvidamos que los valores son universales, y éstos no dependen de la personalidad, ni del carácter bueno o malo que podamos tener individual y subjetivamente. Los valores son como el código genético de la cultura universal, los llevamos en el “ADN espiritual” y gracias a esa “programación” podemos convivir automáticamente, sabiendo lo que está bien y lo que está mal, aquí y en la China, mas allá de lo que culturalmente se considere bueno o malo en cada cultura. El beneficio de ejercitar los valores consiste en comprender que de lo contrario, nunca podremos diferenciar entre la subjetividad y la objetividad de lo que transmitimos a los demás y la convivencia sería muy arbitraria. Ésta, dependería de nuestras emociones, mientras que los valores mantienen el sentido absoluto de coexistencia, un orden en lo general y en la selección de lo que pensamos y sentimos.

Una forma interesante de identificar si estamos actuando con virtudes y valores absolutos, es registrar si estamos expresando algo con “emociones” o con un corazón desapegado de ellas. Es diferente decir o pedir algo a alguien con una intención sincera y por su bienestar, que pedirlo con una “emoción” (con rabia, rencor, impaciencia) porque eso se siente como una exigencia y se pierde instantáneamente el sentido de lo que pedimos. Muchas veces es preferible analizar antes de hablar o pedir algo (a los hijos por ejemplo) y pensar si estamos actuando por su bien y para su crecimiento o para un beneficio o comodidad propia, porque de esa energía depende el éxito de nuestras peticiones o enseñanzas. Cuando una emoción se descubre, se siente la manipulación o la falta de respeto por el derecho de elegir de la persona, lo que lleva al fracaso de muchas vinculaciones. Muchos padres se preguntan ¿qué puedo hacer para ayudar a mis hijos a ser más amables y de buen corazón, a desarrollar un sentido humanitario y de compasión por los demás? pero muchas veces, vivimos tan acelerados que en ese apuro, se va perdiendo la delicadeza en el trato empezando en el seno de la familia. Es muy común observar como algunos padres se denigran mutuamente, se burlan de ellos, hacen chistes de mal gusto que aunque sean chistes, son la mejor manera de decir la verdad. Además maltratan a sus hijos con palabras o con golpes y luego, no es raro que éstos, a su vez, lo repitan entre ellos y con los demás, prendiendo la brecha de gritos, violencia y de un interminable camino de enfrentamientos verbales que ofenden y hacen cada vez mas insensible al corazón. La campaña de UNICEF “Sin violencia se educa mejor” www.sinviolencia.com.py es una forma de empezar a “mediatizar” y poner de moda la cortesía y el respeto.

Practicar en casa una depuración del lenguaje y actitudes, empezando por los padres/tutores para ser esos “espejos de energía” (precisamente de la energía que queremos recibir) es empezar a reducir el impacto del mundo exterior, donde la violencia, la manipulación y la brutalidad están de moda y son consideradas conductas aceptables, empezando por “el mercado de la diversión”; películas, shows, novelas, etc., que perdieron el poder de conmover, por saturación y sistematizan y normalizan conductas llenas de antivalores. A decir por el rating de muchos programas donde lo que se consume es todo aquello donde “alguien se burla o se enoja con otro” y donde la pelea y discusiones sin sentido y “quien es más osado” expone como la mediatización de la mala educación disfrazada de humor, embota aun más el proceso de educación para salir del círculo neurótico humano donde el “karma” del sufrimiento se reencarna “por elección a control remoto” una y otra vez en las mentes y corazones de jóvenes y niños ¿Por qué no pueden heredar otros estilos de vinculación y relacionamiento más “caballerosos” y sofisticados, mas serenos, filosóficos, filantrópicos, armoniosos? ¿Porque mediatizar tanta ridiculez? Quizás, ejercitando las virtudes día a día y fiscalizando el consumo de lo que el mercado nos ofrece, es el inicio de un crecimiento que valga la pena, de lo contrario, es un pasatiempo asesino.

Un estudio detectó que los adolescentes que participaban ayudando a otros se sentían muy optimistas con respecto a sus vidas y tenían mayores esperanzas para su futuro. Ayudar es una forma inspiradora de crecer preocupándose por los demás y de ejercitar virtudes como; la benevolencia, la justicia, la sabiduría, la fe y el agradecimiento. Seria absurdo sepultar estas virtudes, porque tarde o temprano provoca despertar a los “opuestos” como la indiferencia, la arrogancia, la ignorancia, el egoísmo, entre otros. Despertar las virtudes es posible también a través de lectura y las historias de personas nobles que puedan inspirar y entrenar los valores innatos, como por ejemplo el trabajo incesante del programa “Cirugía de la Mente” del Lic. Víctor Cabral, quien a través de la promoción de la lectura, empezando con adolescentes y niños y en varias instituciones, realiza una “cirugía simbólica” y nos dice que; “Es como abrir la mente para eliminar todos los pensamientos de fracaso y ansiedad, para instalar la confianza y la sabiduría que otorga la lectura, para salir de la ignorancia, principal motivo del sufrimiento”. Esto se logra al ofrecer palabras “bendecidas” es decir, “bien dichas” y hacerlo depende de nosotros, sobre todo de lo que decimos y lo que transmitimos desde un crecimiento interior, a conciencia. Quizás en vano nos vanagloriamos de un lenguaje rico y perfecto en gramática y conocimientos, cuando la forma en que lo utilizamos ronda lo infernal y perverso.


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